Praga-Moscú


Praga , 29 de junio


A estas alturas, una realidad en la que uno se mueve ya sin barreras por todos los continentes, puede resultar una veleidad trasnochada el pretender llevar un diario, más cuando lo extraordinario parece haber desaparecido ya del planeta Tierra. No obstante he comprado un bonito cuaderno de páginas satinadas y suaves y me siento inclinado a irlo llenando poco a poco con las impresiones del camino. Nada es lo que era ya, duermo apaciblemente en el avión, nos paseamos por Praga, es agradable; concluyeron los nervios y las emociones de las partidas, ahora éstas significan separación, cambios de medio y una ligera expectativa de que algo se mueve; pasear por el mundo pero continuando con lo de siempre, los libros, la fotografía, el ajedrez, el estudio, y sobre todo ese ir palpando las cosas que nos rodean, intentando comprender ese tránsito en el tiempo.

Las mujeres siguen paseándose por el mundo, las miro, ahora son menos misteriosas que antes.

En el autobús hacia el aeropuerto de Praga el corazón roto de una joven deja escapar una llantina que no es capaz de reprimir. Su imagen se me quedará grabada en la memoria durante mucho tiempo.


Praga aeropuerto, 30 de junio


Cuerpo molido de principio de viaje. Dormimos unas pocas horas sentados. El peso del sueño. Molestias inmediatas que superar, por lo demás el deseo inmediato es estar lo suficientemente despierto como para seguir leyendo a Bataille y a Su Dongpo.

Mi actividad de voyeur se detiene en los rostros con los que me tropiezo, femeninos especialmente, un cuerpo metido en una minifalda amarilla. Trato de romper esa sensación que me tiene preso, que me hace ver todo como excesivamente cotidiano. La experiencia se aglutina para empobrecer el tránsito del tiempo; uno empieza a sentir en la propia carne la fuerza de ese tiempo limitado. El qué mismo da asoma las orejas en los descuidos y con un guiño imperceptible se aloja en nosotros, en mí, con pesada abulia, indiferente. Descubrir que la realidad, las cosas, son como son, que el misterio, los múltiples matices que añadimos a nuestras percepciones, son materia volátil que es necesario alimentar inteligentemente para que la máquina siga funcionando. Para el que tanto esperó durante años es una puñalada trapera llegar a descubrir que más allá se extiende una dudosa nada de reiteraciones.

Siento que mi capacidad de aprender se achicó, menguó. Oigo en las cenas a mis hijos y me admiro... se me perdieron ya tantos libros por el camino... mi memoria es tan perezosa... tanto que sólo me queda el consuelo de una impalpable cultura que no sé muy bien en que consiste.






Moscú, 1 de julio


Corre la brisa en la terraza donde terminamos de comer. Museo Pushkin, retratos de algunos ancianos, Rembrandt.

El ser que soy se roza con el mundo, adquiere certeza de él rozándolo, mirándolo, oliéndolo. La certeza es paz con uno mismo y con el mundo, equilibrio; armonía efímera, sin embargo, porque todo se disgrega continuamente para buscar equilibrios diferentes en el tiempo sucesivo.

Las doce de la noche. En pelotas y sudando, sólo hay una estrecha rendija de ventilación en el cuarto. Equilibrios nuevos sobre los que asentar las posaderas temporalmente mientras nos llega el momento final.

Viajar es viajar por el conocimiento, por los libros, por los retazos de recuerdos que fueron fijados en algún momento en la memoria. Todo lo que encontramos en el museo Pushkin es materia familiar, desde los griegos y egipcios hasta Picasso. Por cierto había una hermosa copia del Condotiero de Verrochio. Nunca vi el original, sería un motivo de viaje el ir a buscarlo a Italia.




Moscú, 2 de julio



Valentina, Irina. Hablamos largo durante el desayuno: Rusia, Serbia, Estados Unidos, Europa. En definitiva lo único que puede parar al Oeste es la posesión de armas nucleares en los países menos desarrollados. Las prioridades de Occidente invertidas en Serbia: antes lo primero era la soberanía del país, después venían los derechos humanos. Hoy le dieron la vuelta a esto con un argumento que tanto vale para bombardear Estambul como España si se tercia el caso. Se repite el argumento de las etnias masacradas, los kurdos, por ejemplo.
Empleamos el día viendo pintura rusa en Tretyakov Gallery, hay muchos, muchos cuadros interesantes totalmente desconocidos para nosotros.

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